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domingo, 17 de junio de 2007

Día triste

Mañana 18 de junio de 2007, los cines cierran en protesta por la nueva ley de cine, la cual obliga a los exhibidores a poner un determinado número de películas españolas frente a las extranjeras. Un día en que los cines cierran es un día triste para cualquier amante del séptimo arte, sea cual sea el motivo del cierre.
Personalmente estoy de acuerdo con los exhibidores. La medida que propone la ley, al igual que lo que propuso sobre la inversión que las televisiones privadas debían hacer en el cine, me parece totalmente intervencionista. Los propietarios de las salas tienen un negocio que mantener y por tanto son muy libres de proyectar lo que ellos crean conveniente para llenar las salas. Si no quieren poner más cine español es porque no les sale rentable. También en estos días ha salido publicado un estudio según el cual más del 60% de los españoles no van a ver cine español porque no les interesa y/o lo consideran mediocre. Esto por tanto da la razón a los exhibidores.
Creo que hay cosas que no se pueden resolver a golpe de ley. Si a la gente no le interesa ver cine español no van a ver más películas españolas porque se estrenen más, irán cuando alguna les llame la atención y punto. El problema del cine español no está en la exhibición sino en las películas en sí. Los contenidos son siempre los mismos y gustan a un determinado sector del público. Si se quiere aumentar la taquilla hay que hacer más variedad de productos para captar a distintos sectores de público. Que las películas españolas sean buenas o malas puede ser algo subjetivo, pero lo que es un dato objetivo es que el tipo de personajes e historias que cuentan están todas enfocadas a un mismo sector de público, y a quien no le guste no se le puede obligar a verlo por ley.
El cine es un arte, pero es un arte complejo porque requiere una serie de medios técnicos que cuestan dinero, que precisan de inversión. Por tanto una película es un producto industrial, de contenido cultural, pero no deja de ser un producto industrial costoso y debe ser gestionado como tal. Debe de tener una gestión empresarial que permita obtener beneficios para poder seguir haciendo más películas.
La solución para salvar al cine en España no es poner trabas a la competencia sino ponerse a la altura de la competencia, ganarse al público. Hay que ampliar el abanico de sectores de público a los que agradar. Al fin y al cabo cualquier negocio depende de los clientes, son ellos quienes hacen subir un negocio o quienes lo mandan a la quiebra. Pero los clientes no se ganan obligándolos a comprar sino ofreciéndoles un producto que les convenza. Y mientras los que cortan el bacalao en el panorama cinematográfico nacional no sean conscientes de esto, no habrá ley alguna que pueda salvar al cine español.

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