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sábado, 30 de abril de 2011

A cualquiera le puede pasar


El problema del paro a raíz de los recortes en las plantillas de las empresas propiciados por la crisis económica, es algo de lo que nadie está a salvo, ni siquiera los más altos cargos ni los más veteranos. En esto se centra The company men (John Wells, 2010), la historia de cómo se ven afectados tres altos ejecutivos de distintas edades que se ven implicados en un proceso de despidos de una gran empresa de transportes.

Oliver Stone nos mostraba los entresijos de la debacle bursátil en Wall Street: El dinero nunca duerme, y ahora el curtido productor y guionista televisivo John Wells debuta en la dirección cinematográfica con este retrato de los efectos de aquella caída en el tejido empresarial y los dramas humanos que ello conlleva. El tono es muy acertado y equilibrado, ya que no es tremendista pero tampoco deja de mostrar los problemas reales con los que cualquiera se puede identificar. Es rigurosa con la gravedad de lo que está ocurriendo y al mismo tiempo lanza un mensaje de esperanza.

El elenco es fantástico, con Ben Affleck encabezando el cartel junto a Tommy Lee Jones, Chris Cooper, Kevin Costner y Maria Bello. Aunque no aparece entre los principales nombres, cabe destacar la interpretación de Rosemarie DeWitt en el papel de la realista esposa del joven ejecutivo triunfador, al que todo su mundo se le derrumba de la noche a la mañana, que sabe afrontar con entereza la nueva situación familiar debida al despido de su marido. En general las relaciones entre todos los personajes son muy interesantes, están muy bien tratadas a nivel de guión y la química entre los actores funciona con mucha naturalidad.

En definitiva es una película de rabiosa actualidad, testimonio de una realidad que afecta a mucha gente, pero que lejos de regodearse en las miserias humanas trata de ofrecer una chispa de optimismo.

Sensacine ha invitado a sus colaboradores y seguidores a la premiere de esta película en Madrid.

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martes, 26 de abril de 2011

Un escenario desolador pero fascinante


Las altas temperaturas y la escasez de agua son dos factores que combinados resultan incómodos y peligrosos para cualquiera. Esas condiciones se dan en el desierto, un entorno altamente hostil que sin embargo causa una gran fascinación y ha servido de escenario a grandes películas a lo largo de la historia. Recientemente tenemos el caso de Camino a la libertad, de Peter Weir, con los avatares de un grupo de fugados de un campo de concentración estalinista que deben atravesar a pie el desierto del Gobi, aunque se filmó en otras localizaciones.

Uno de los casos más paradigmáticos del desierto en el cine es Lawrence de Arabia (1962), el clásico de David Lean, un gran espectáculo cinematográfico que nos ha dejado un amplio repertorio de estampas de enorme belleza estética. La intensa luz y los amplios horizontes más allá de donde alcanza la vista, son algunos de los atractivos que estos parajes ofrecen a los cineastas y Lean ha sabido sacarle partido como nadie.

Buena parte de la película se rodó en el sur de España, en varias localizaciones Sevilla y Almería, entre ellas el desierto de Tabernas, el mismo en el que Sergio Leone recreó la frontera de Estados Unidos con Mexico para sus spaghetti-westerns. Inolvidable Clint Eastwood con su poncho y su sombrero pegando tiros a lo largo y ancho de la inmensidad desértica en Por un puñado de dólares (Per un pugno de dollari, 1964), La muerte tenía un precio (Per qualche dollare in piu, 1965) y El bueno, el feo y el malo (Il buono, il brutto e il cativo, 1966). Ya sin Eastwood, Leone hizo una cuarta incursión en este escenario y género con Hasta que llegó su hora (C’era una volta il west, 1968). Rememorando este pasado de Tabernas, Alex de la Iglesia filmó con cierta nostalgia 800 balas (2002), con un espléndido Sancho Gracia en la piel de un veterano especialista que mantiene a duras penas un show del oeste en el otrora escenario de las míticas películas.

En este mismo desierto rodó Steven Spielberg parte de Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the last crusade, 1989). Para la primera aventura del famoso arqueólogo, En busca del Arca perdida (Raiders of the lost Ark, 1981), había escogido otro lugar, Túnez, donde ya su colega George Lucas recreó el ficticio planeta Tatooine para La guerra de las galaxias (Star wars, 1977), un rodaje accidentado ya que una tormenta de arena arrasó con parte del decorado galáctico que hubo de ser reconstruido.

Y por supuesto no puede faltar una mención a los desiertos norteamericanos, que han sido escenario de infinidad de westerns a lo largo de la historia, como La diligencia (Stagecoach, John Ford 1939) o Centauros del desierto (The searchers, John Ford 1956) en territorio estadounidense, o también en terreno mexicano como Veracruz (Robert Aldrich, 1954) o Dos mulas y una mujer (Two mules for sister Sarah, Don Siegel 1970), por citar algunos ejemplos.



Ya sea por la estética, la grandeza, la amplitud o por la fragilidad que el ser humano puede sentir ante el enorme vacío y las duras condiciones climatológicas, el caso es que el desierto no deja indiferente a nadie. El propio Lawrence de Arabia lo tenía muy claro:
- “¿Qué es, comandante Lawrence, lo que tanto le atrae del desierto?
- Está limpio.”

Enlaces relacionados:
Vídeo de Galax Pictures sobre el desierto: Los secretos de las arenas
El suelo del desierto en Horizontes bajo tierra

viernes, 22 de abril de 2011

La vida de Cristo en el cine de los 70


En años anteriores me he remitido durante la Semana Santa a los clásicos de los años dorados de Hollywood que se suelen revisitar en esta época. Esta vez me voy a películas algo más modernas, a los años 70, una década muy rompedora de formas, en la que podemos encontrar tres títulos sobre la vida de Jesucristo de muy diferente factura.

En 1973 se estrena el musical Jesucristo Superstar, adaptación a la pantalla de la ópera rock homónima de Andrew Lloyd Webber. Con una estética muy de la época, totalmente setentera, nos muestra a un grupo de hippies representando la pasión de Cristo en el desierto. Una película curiosa, muy taquillera en su momento que hoy día se ve muy pasada de moda visualmente, pero algunos temas musicales conservan intacta toda su fuerza.

En 1977 se llega Jesús de Nazaret de Franco Zefirelli, una mega producción concebida inicialmente como miniserie televisiva con un amplio elenco de actores de primera fila como Robert Powell, Anne Bancroft, Ernst Borgine, Claudia Cardinale, Christopher Plummer o Michael York. Un título clave en la filmografía de temática bíblica.

Finalmente en 1979 se estrenó La vida de Brian, de los Monty Python, una desternillante comedia que parte del argumento de un niño llamado Brian que nace al mismo tiempo que Jesús y lleva una vida paralela. Gozó de gran éxito de taquilla en su momento y no ha estado exenta de cierta polémica al ser considerada por algunos algo irreverente.

En fin, cine bíblico para todos los gustos con distintos enfoques. Espero que todos estéis pasando una buena Semana Santa.

miércoles, 20 de abril de 2011

Traumas infantiles


Sensacine ha invitado a sus seguidores y colaboradores a un pase especial de la nueva película de Montxo Armendáriz No tengas miedo, que se estrenará en cines el próximo 29 de abril.

No tengas miedo (Montxo Armendáriz, 2011) cuenta la historia de una chica que vive con un grave problema de miedos y complejos debido a haber sufrido abusos sexuales desde que era pequeña, y lucha por encontrar su lugar en el mundo y llevar una vida normal.

El director de Historias del Kronen (1995) y Secretos del corazón (1997) se mete en el delicado y espinoso tema de los abusos a menores ofreciendo una cinta de tono frío y seco, sin contrapuntos positivos, solamente la realidad pura y dura. Deja una sensación de desesperanza parecida a la de La cinta blanca. La narrativa fluye de forma pausada y excesivamente lineal, sin cambios de ritmo ni sorpresas de guión.

Los actores están correctos en sus respectivos papeles, destacando la protagonista Michelle Jenner. La secundan Lluís Homar, Belén Rueda, Nuria Gago y Rubén Ochandiano.
Se nota una cuidada labor de documentación por parte del director sobre el tema tratado, el haber escuchado diversos testimonios de víctimas que han sufrido este tipo de situaciones. A pesar de ser una película de ficción, tiene un tratamiento con cierta tendencia al documental.

Una película testimonial sobre la fragilidad de la infancia y de cómo se puede truncar la vida de una persona adulta por las perversiones, cobardías y silencios de quienes nos rodean.

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domingo, 17 de abril de 2011

El honor de la familia


La gran mayoría de las películas de romanos a lo largo de la historia se desarrollaban en la Europa continental. La expansión del imperio en Britania ha sido menos popular en la gran pantalla, sin embargo en los últimos años el Séptimo Arte ha hecho varias incursiones en este escenario. En 2004 el director Antoine Fuqua nos presentaba a Clive Owen y Keira Knightly en El rey Arturo, que suponía una versión del mito más realista retratando al personaje histórico en el que supuestamente se basó la leyenda, y se trataba precisamente de un idealista paladín romano que combatía a los Pictos en el muro de Adriano. Más recientemente hemos visto La última legión (The last legion, 2007) y Centurión (Centurion, 2010) que tenían como eje argumental a la 9ª legión.

Ahora le toca el turno a La legión del águila (The Eagle, Kevin MacDonald 2011). Tras la pérdida del águila dorada, que simbolizaba el orgullo de Roma, por parte de la desaparecida 9ª legión, el honor de la familia de su líder quedó mancillado. Veinte años después, su hijo es nombrado centurión y elige como destino el muro de Adriano en Britania para tratar de recuperar el honor perdido de su familia.

Película de aventuras sin grandes pretensiones con cierto aire a los péplum de antaño que cumple con su función de entretener y pasar un buen rato. Protagoniza Channing Tatum que le pone ganas a su interpretación del centurión marcado por el pasado de su familia. Le acompaña en su aventura un esclavo britano encarnado por Jammie Bell, el otrora niño protagonista de Billy Elliot, y en papeles secundarios encontramos al siempre interesante, aunque aquí algo menos, Mark Strong (Camino a la libertad, Sherlock Holmes) y al veterano y eficaz Donald Sutherland.

Resulta interesante ver la recreación de un poblado celta, ya que en otras ocasiones los enemigos son simplemente tribus salvajes que aparecen de repente para luchar, pero aquí se puede ver un poco más la inmersión en cómo vivían los pueblos de origen céltico que habitaban en los Highlands. El mostrar al enemigo de un modo más cotidiano hace también ver que en una guerra todos en ambos bandos han sufrido las mismas tropelías por parte del contrario, y que el concepto de los buenos y los malos no se puede establecer de una forma genérica sino que se debe juzgar cada situación particular. Al final las guerras las comandan los políticos pero las relaciones humanas de las personas que se ven cara a cara en el campo de batalla son las que tienen autoridad moral para juzgar quienes son los buenos y quienes los malos. Honor y traición son dos términos que se utilizan en los diálogos durante todo el metraje.

Curiosamente, siendo una película de acción y aventuras, las escenas de lucha son un punto débil por ser algo confusas y caóticas. A veces se echa de menos el ralentí perfectamente coreografiado de 300 para ver lo que pasa en vez de intuirlo. Los diálogos son correctos, pero no creo que de aquí vaya a salir ninguna frase antológica. Sin embargo el espíritu de clásico de aventuras y la tensa relación de los protagonistas entre la lealtad y la traición, mantienen el interés de esta cinta de romanos que sin llegar al nivel Gladiator, resulta un film bastante decente, ameno y entretenido.

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Vídeo de Galax Pictures sobre temática celta: El visionario
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lunes, 4 de abril de 2011

Hace 80 años se encendieron las luces


El 4 de abril de 1931 se estrenaba en España Luces de la ciudad (City lights), una de las obras maestras de Charles Chaplin. Película redonda como pocas con uno de los finales más emotivos de la historia del cine. Estrenada como muda en pleno furor del cine sonoro, acaparó un enorme éxito internacional. Su rodaje se inició en 1928 unos meses antes del estreno de El cantor de Jazz (The jazz singer), la primera película sonora que tuvo una repercusión demoledora en la industria del cine. Sin embargo Chaplin sabía que no podía hacer hablar a Charlot, o se rompería la magia. Aun así se valió de la sonorización para tener el control de cómo la música debía acompañar a las imágenes y para incluir algunos efectos de sonido a lo largo del metraje, e incluso se permitió una broma en la secuencia inicial de la película en la que durante la inauguración de un monumento se da un discurso del que no se entiende nada de lo que dicen, y a partir de ahí toda la película transcurre como siempre, con pantomima e inserto de carteles con los diálogos escritos, no hablados.

La cinta cuenta la historia de un vagabundo enamorado de una florista ciega, la cual por un malentendido piensa que él es un acaudalado caballero. El altruismo de Charlot, que sin tener absolutamente nada se deja la piel para ayudar a la joven invidente, resulta admirable y entrañable. Virginia Cherrill como la florista, Harry Myers como un millonario deprimido que se da a la bebida y sólo reconoce al vagabundo como su amigo cuando está borracho, y Chaplin en su sempiterno rol de mendigo, forman un trío protagonista de una solidez aplastante, tanto en el trabajo interpretativo de los actores como en el trazado de los personajes a nivel de guión.
Los valores humanos positivos como el amor y la generosidad desinteresada, o los problemas sociales que trata de fondo, como la diferencia de clases o el poder del dinero, son todos ellos temas tan universales y atemporales que dotan a esta película de una vigencia imperecedera en el tiempo. Y desde luego cuenta con la maestría de Chaplin para plasmar estas ideas en imágenes y transmitirlas adecuadamente al público de diferentes generaciones.


La he visto varias veces a lo largo de unos cuantos años. No fue de las primeras que descubrí de Chaplin, había visto con anterioridad La quimera del oro, El chico, El gran dictador (mi favorita) y Tiempos modernos. Cuando vi Luces de la ciudad no me llamó excesivamente la atención, o al menos no me cautivó de buenas a primeras como otros títulos suyos, pero debo reconocer que a medida que pasa el tiempo la valoro cada vez más.

En definitiva Luces de la ciudad es una joya cinematográfica que cumple 80 años y mantiene intacto su encanto. Es hilarante y sentimental a la vez. Algunos gags cómicos continúan hoy en día arrancando carcajadas tanto a niños como a adultos, y el final sigue resultando sencillamente conmovedor.

Ficha de la película
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sábado, 2 de abril de 2011

Viviendo contrarreloj


Cartas a Dios (Oscar et la Dame Rose, 2009) es una producción francesa que nos cuenta la historia de un niño llamado Oscar hospitalizado por tener cáncer. Un día se siente traicionado al descubrir que le queda poco tiempo de vida y ni sus padres ni su médico se lo quieren decir. Una mujer vestida de rosa que vende pizzas al hospital, y que nunca se ha planteado las obras de caridad, pues ya tiene bastante con sus propios problemas, se acaba convirtiendo en la mejor amiga y confidente del crío.

Sin duda tiene muchos puntos en común con Vivir para siempre, de Gustavo Ron, ya que la base argumental es la misma, la de un niño enfermo terminal que quiere experimentar lo que no va a poder vivir, sin embargo el enfoque del drama y el tono son bastante diferentes. En esta cinta abundan las imágenes oníricas con aire a surrealismo cómico francés tipo Amelie, con colores muy chillones que contrastan fuertemente con la fotografía sombría y fría que retrata la realidad del hospital donde está ingresado el protagonista. El niño Amir Ben Abdelmoumen está muy bien en su papel, difícil para alguien de su edad, pero es de justicia reconocer que la gran estrella de la función es la actriz Michèle Laroque en su papel de Rose. Transmite mucha energía y tiene una gran presencia en pantalla. En papeles secundarios destaca la figura siempre carismática del veterano Max Von Sydow.

La película es la segunda incursión como director del escritor Eric-Emmanuel Schmitt, que debutó tras las cámaras en 2006 con Odette, una comedia sobre la felicidad. En ambos casos se trata de adaptaciones de sus propias novelas a la pantalla. El resultado final es una buena película con algunos momentos divertidos y otros emotivos, que se deja ver con agrado.


Con Cinemanet asistí el pasado miércoles 30 de marzo al preestreno del film en el cine Palafox de Madrid. El evento contó con la presencia del propio director para presentar la película, que llegará a las salas españolas el próximo 15 de abril. En Francia se estrenó en diciembre de 2009 y ahora llega a España distribuida por Karma Films.

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Ficha de la película
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