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domingo, 16 de marzo de 2014

Érase una vez un hotel

Los hoteles han sido escenario en varias ocasiones para desencadenar el humor más delirante con numerosos equívocos, puertas que se abren y se cierran a ritmo frenético, y personajes estrafalarios. Algunos de los títulos de los Hermanos Marx son buena muestra de ello, como Los cuatro cocos (1929), El hotel de los líos (1938), o Una noche en Casablanca (1946). En los años 70 tenemos el caso de la genial comedia de Peter Bogdanovich ¿Qué me pasa, Doctor?, con Ryan O'Neal y Barbra Streisand encabezando el reparto, y en los 90, el tandem Robert Rodríguez / Quentin Tarantino dieron rienda suelta a su humor negro en Four Rooms.

El peculiar autor Wes Anderson, artífice de Moonrise Kingdom, nos trae ahora su propio delirio hotelero con El gran hotel Budapest. La historia de cómo un botones llegó a ser el propietario del hotel en el que trabajaba. Una estrambótica trama en la que el susodicho se convierte en el brazo derecho del director del hotel en los años 30, el cual se ve envuelto en una rocambolesca pugna por una herencia que afecta a toda una galería de sofisticados personajes, siendo él acusado de asesinato.

Todo ello con un diseño de producción fascinante, como suele ser en las películas de Anderson, y una magnífica partitura musical del prolífico Alexandre Desplat, que se convierten en los dos puntos más fuertes del film.

El elenco actoral es tan amplio, y con tantas caras conocidas, que apenas tienen oportunidad de lucirse. Entre estos famosos podemos encontrar a Edward Norton, Jude Law, Bill Murray, Adrien Brody, Saoirse Ronan, Tilda Swinton, Léa Seydoux, Harvey keitel y un inquietante Willem Dafoe, que encarna a un matón muy arquetípico pero quizá de todos estos secundarios de lujo sea el más se luce. Curiosamente el que más destaca en general es el menos conocido, Tony revolori, que interpreta al botones cuando era joven y ostentaba tal cargo. Su versión de mayor es encarnado por F. Murray Abraham, el famoso Salieri de Amadeus. Es el brazo derecho del personaje de Ralph Fiennes, que es el verdadero protagonista de la historia y cumple con oficio su cometido.

La película resulta algo confusa en intenciones, ya que navega entre la comedia delirante y el personal estilo de su autor, que suele trazar personajes algo distantes con el público medio y esto hace que no llegue al delirio, pero tenga fuertes pinceladas de surrealismo, y los gags humorísticos a veces funcionan y a veces no. En este sentido resultaba una película más redonda Moonrise Kingdom.

No obstante El gran hotel Budapest es una notable película, y Wes Anderson demuestra su habilidad para hacer lo que le da la gana contando con el beneplácito de grandes astros de la pantalla siempre dispuestos a trabajar con él.

2 comentarios:

José dijo...

Parece divertida, me lo estaba pensando si ir a verla y creo que tu artículo me ha convencido. Excelente crítica, gracias!

Ramón Ramos dijo...

José
gracias por tu comentario.

Saludos,