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jueves, 28 de octubre de 2010

Equilibrio emocional


En 2008 se estrenaba Ahora o nunca en la que dos hombres antagónicos de edad avanzada, con cáncer terminal diagnosticado, deciden hacer una lista de las cosas que les quedan pendientes por hacer en la vida y llevarlas a cabo antes de morir. Ahora bien, ¿qué pasaría si en vez de ser dos personas con una vida ya hecha fueran dos chavales de doce años con toda una vida por delante quienes tienen los días contados? Este es el planteamiento de Vivir para siempre (Gustavo Ron, 2010), en la que dichos niños están gravemente enfermos de leucemia y quieren experimentar lo que hacen los adolescentes, una etapa de la vida de la que son conscientes que la tienen muy cerca pero no llegarán a ella .

A pesar de lo particularmente duro del tema abordado, el film es muy agradable de ver debido al tono distendido con que es tratado, con momentos que combinan sonrisas, alguna carcajada y unas cuantas lágrimas. La línea que separa el sentimentalismo del pastelón es muy fina, igual que la frontera entre lo entrañable y lo frívolo cuando se introduce el humor en este tipo de historias. El director en este sentido juega con distintas emociones pero sin cargar demasiado las tintas en ninguna, de forma que no llega a cruzar esas delicadas barreras divisorias. Es por tanto una película muy equilibrada en cuanto al tratamiento de las emociones que maneja. No llega a ser tan intensa como La decisión de Anne, pero tampoco deja de tomarse en serio la importancia del asunto.

Por otra parte los actores Robbie Kay y Alex Etel son impresionantes, dos jóvenes promesas que llenan la pantalla en todo momento. Les acompaña otra actriz de su quinta, Ella Purnell, que si bien tiene buena presencia en pantalla, su papel es bastante secundario. Los adultos Ben Chaplin y Emilia Fox, en los roles de los padres del protagonista, también están muy correctos, pero queda patente que las estrellas de la función son los niños.

En definitiva se trata de una película muy notable, con emocionantes interpretaciones y una dirección muy equilibrada que demuestra un gran respeto del director tanto por el material que maneja como por el público al que se dirige.


Gustavo Ron presentó la cinta en Madrid junto a los actores Alex Etel y Ella Purnell, en el cine Capitol de la Gran Vía madrileña.




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domingo, 24 de octubre de 2010

Entre tiburones anda el juego


Rescates financieros, energías alternativas, caída de la bolsa, burbuja inmobiliaria, todos estos términos tan en boga últimamente son los que maneja Oliver Stone para enmarcar la trama de Wall Street: El dinero nunca duerme (Wall Street: Money never sleeps, 2010), secuela de Wall Street (1987) del propio director. Michael Douglas vuelve a la piel del personaje que le valió el Oscar a Mejor Actor hace 23 años y demuestra que el rol del tiburón financiero Gordon Gekko le sienta como un guante. Le acompañan en esta ocasión las jóvenes estrellas Shia LaBeouf, protagonista de la saga Transformers de Michael Bay y además hijo de Indiana Jones en la última aventura del famoso arqueólogo, y Carey Mulligan, la gran revelación de An education. En papeles secundarios encontramos a los veteranos Susan Sarandon, Frank Langella y Eli Wallach, que le dan aun más lustre al elenco, que lo complementa Josh Brolin como un frío y amoral magnate de la industria y las finanzas. Sendos cameos del propio Stone y de Charlie Sheen, protagonista en la primera entrega, ponen la guinda de los auto homenajes de la cinta.

Las relaciones padre/hijo ó mentor/discípulo, son el motor que mueve a los personajes en una historia de venganza, idealismo y redención. A veces, durante las operaciones económicas, puede ser algo confuso saber qué es exactamente lo que se está haciendo si uno es profano en el mundo de los brokers y las altas finanzas, pero en general la película se entiende perfectamente. Tiene un final interesante conceptualmente, aunque en la forma de plasmarlo resulta algo torpe y forzado.

El aspecto visual perpetrado por Stone es muy potente, especialmente el retrato de los rascacielos de New York. Salvo una ligera caída de ritmo a mitad de película y algunas escenas con poca intensidad dramática, se mantiene el interés durante prácticamente todo el metraje.

En general se puede decir que la película no llega a ser redonda, pero sí muy meritoria e interesante sobre un tema de rabiosa actualidad.

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martes, 12 de octubre de 2010

El mundo de las start-ups


Se conoce como start-ups a las empresas de jóvenes emprendedores que nacen en internet con escaso presupuesto y buscan financiación en inversores de capital riesgo o business angels para despegar. Facebook ha sido una de las más exitosas compañías que se han iniciado de esta manera. El actual multimillonario más joven del mundo, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, se enfrentó a dos demandas judiciales: una de su mejor amigo y cofundador de la red social Eduardo Saverin, por dejarlo fuera del negocio, y a otra de los hermanos Winklevoss por haberles robado la idea.

Estos son los hechos que cuenta La red social (The social network, David Fincher 2010), una película sobre amistad, negocios, traición y ambición en el marco de los jóvenes emprendedores en internet. Los tres personajes principales están muy bien perfilados: por una parte está el genio informático, egocéntrico y cínico que no tiene muy claras sus prioridades en lo que se refiere a las relaciones con los demás. A la hora de convertir su herramienta informática en actividad lucrativa cuenta con dos criterios: el de su mejor amigo que estudia Económicas y funda el Facebook con él en calidad de Director Financiero, y por otro lado conoce a Sean Parker, creador de Napster. Ambos tienen conceptos empresariales antagónicos: mientras el primero apuesta por un modelo más tradicional basado en la publicidad, pero con un sentido de la lealtad y de respeto hacia el proyecto, el otro es más práctico y rápido con un método en el que las personas no importan, sólo el éxito inmediato de empresa. Jesse Eisenberg como Zuckerberg, Andrew Garfield como Saverin y Justin Timberlake en la piel de Parker, interpretan correctamente al trío protagonista. Quizá destaca algo más la actuación de Garfield, un joven actor con un gran potencial que ya demostró midiendo sus fuerzas en pantalla con el mismísimo Robert Redford en la estupenda Leones por corderos.

El film está contado en tiempos paralelos entre los dos juicios y los hechos que en ellos se van exponiendo. El ritmo se mantiene durante todo el metraje. La puesta en escena y la estética general de la película, tiene un aire de clasicismo en las formas que recuerda en cierto modo al anterior trabajo de Fincher, la multinominada a los Oscar El curioso caso de Benjamin Button. No lo logró entonces, en favor de Slumdog millionaire, pero es posible que con esta película encuentre una nueva oportunidad.

Firmando autógrafos a las numerosas fans a las puertas del cine, las tres jóvenes estrellas presentaron en Madrid la película el pasado 6 de octubre junto con el guionista Aaron Sorkin. Distribuida por Sony Pictures, la cinta se estrena en todas las salas españolas el próximo 15 de octubre.

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viernes, 8 de octubre de 2010

Sociedad enferma


En 1986 el periodista franco-iraní Freidourne Sajebhan se dirigía hacia la frontera cuando su coche se estropeó en una remota aldea. Mientras se lo reparan una mujer se acerca al forastero para contarle los trágicos sucesos que ocurrieron allí mismo el día anterior: la lapidación de una mujer acusada injustamente de adulterio. Esta es la historia verídica que nos muestra la sobrecogedora película La verdad de Soraya M (The stoning of Soraya M, Cyrus Nowrasteh 2008), basada en el best seller homónimo publicado en 1994 por el citado periodista.

La película es un gran flashback, que empieza en la mañana siguiente a la lapidación cuando Freidourne llega al pueblo, y en cuanto la mujer comienza su relato se narra linealmente cómo se urdió la trama que acabó con la vida de Soraya. Se muestra una sociedad enferma, que ante un complot perpetrado por los poderosos del lugar en aras de satisfacer sus intereses a cualquier precio, se dejan arrastrar por la acusación vertida sin pararse a pensar si es cierto o no, unos por miedo a represalias, otros simplemente por no pensar en ello. La maldad, el odio, la mezquindad, la cobardía, el fanatismo, son algunos de los rasgos predominantes en los habitantes de aquel pueblo. Una sociedad enferma como tantas otras, con el agravante de que en ese país existen leyes tan brutales como la pena capital por lapidación. En Europa las sociedades caciquiles y sus abusos también se han llevado al cine, como por ejemplo los excesos de un cacique en un pueblo al norte de España a principios del siglo XX en Luz de domingo, o la traumática infancia de unos niños alemanes en una emponzoñada sociedad en La cinta blanca. Sin embargo la barbarie mostrada en La verdad de Soraya M es algo que sigue ocurriendo hoy en día, en pleno siglo XXI, en algunos lugares del planeta.

El film es duro, y concretamente la escena de la lapidación se alarga demasiado en su metraje. Vale que quieran mostrar la crudeza del asunto, pero aun así considero que se recrean gratuitamente en dicha secuencia. El resto de la película tiene un ritmo narrativo muy bueno y un trazado de personajes de gran calado. Destaca la interpretación de la actriz Shohreh Aghdashloo en el papel de Zahra, la tía de la víctima, que es quien desvela al forastero la verdad de los hechos para que cuente al mundo la podredumbre que allí se cuece. Es una mujer de gran coraje espléndidamente interpretado por una actriz que llena la pantalla con su presencia. Por otra parte Jim Caviezel da vida al periodista, un papel que sale poco en imagen pero que es crucial en la historia. La música, muy evocadora y melancólica, ayuda a resaltar las ya de por sí emocionantes interpretaciones de los actores. En resumidas cuentas una película muy potente cuyo clímax se puede ver empañado por un regodeo excesivo en el momento más sangriento de la tragedia.

La película está distribuida en España por European Dreams Factory y Festival Films, y fue presentada en Madrid el pasado 5 de octubre. La premier contó con la presencia de la cantante Cristina del Valle, en representación de la Plataforma de Mujeres Artistas contra la violencia de género, y con la intervención estelar de Jim Caviezel, que habló sobre sus inicios como actor y su compromiso con este tipo de películas.

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domingo, 3 de octubre de 2010

Aventuras en París


A principios del siglo XX un notable científico que ha investigado sobre la vida después de la muerte durante largos años, ha conseguido revivir a un pterodáctilo del cretácico, que siembra el temor en las calles de París. Mientras tanto, la intrépida periodista Adèle Blanc-Sec viaja a Egipto para buscar la momia del médico de un faraón con la esperanza de que pueda curar a su hermana, la cual se encuentra en estado catatónico tras un trágico accidente.

Este es el rocambolesco argumento de Adèle y el misterio de la momia (Les aventures extraordinaries d’Adéle Blanc-Sec, Luc Besson 2010), adaptación de los célebres comics de Jacques Tardi. Besson nos ofrece una entretenida y divertida película de aventuras, con un tono lúdico muy próximo al que mostró en El quinto elemento (The fith element, 1997). Las caracterizaciones de los pintorescos personajes están muy conseguidas y resultan convincentes a pesar de lo irreal de la historia planteada. Todo es muy absurdo pero funciona. Es como una especie de cruce entre las sagas de La momia y Parque Jurásico.

El ritmo narrativo es bueno, los diálogos son ágiles y algunos gags cómicos son muy divertidos. Los efectos especiales están a la altura de las circunstancias y la música de Eric Serra adereza perfectamente el conjunto.

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